Háblame, Oh Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres, fue amante de la diosa maga Circe, descendió a los Infiernos y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el ponto,conocio su propio espiritu en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas de Helios, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. Tras naufragar su barco, llegó a la isla Ogigia, donde reinaba la bella hija del titán Atlas, Calipso, la cual le hospedó en su cueva, agasajándole con manjares, bebida y su propio lecho y le retuvo así durante siete largos años. Pero el héroe se cansó pronto de sus mimos, y empezó a añorar a su mujer Penélope. ¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.
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