Una vez en la montaña sagrada, el divino Jaiv, advirtió que en el cielo volaba un águila, que desde el continente del norte hubo de venir al encuentro del Cóndor andino, entonces el magnánimo corazón de Jaiv, comprendió, que sus ojos estaban viendo el prodigio que le anunciase el santo del Urin Pacha, cuando estuvieron juntos en la gran ciudad.
Aun no termino de salir de su asombro, cuando reconoció en un hombre que se le acercaba a Atri, su muy querido compañero, ahora llamado Mesiah, desde que en el despertó el espíritu del Puma sagrado; ¡Atri, que alegría verte amigo mió!, exclamo, a lo que Mesiah, respondió con una dulce mirada y le dijo: Jaiv, ¿Por qué tardaste tanto en llegar?. Jaiv, lleno de asombro, quedo mudo, pues el, ni siquiera sabia que hallaría en ese lugar a su querido compañero.
Al advertir su asombro, Mesiah, tomo la mano de Jaiv, y le dijo: Sígueme, hay alguien que quiero que conozcas, juntos subieron hasta la cima de la montaña, donde se encontraba un anciano de piel morena, de contextura muy robusta y de una mirada tan profunda como una noche estrellada del profundo cielo del Ande.
Conoce al grande Wiracocha, el divino maestro, conocedor de los misterios, el te ayudara a despertar, mi querido Jaiv. Entonces maestro y el ahora discípulo, permanecieron en un profundo silencio, contemplándose mutuamente, una vez, sintonizadas, esas grandes almas, el maestro dijo: Divino Jaiv, la expresión de tu mirar, es como imagine que seria, a lo que Jaiv, respondió con una sincera sonrisa.
A la mañana del día siguiente, comenzaron la iniciación; Una vez hechos los ejercicios de meditación, según el rito, el maestro dijo: Jaiv, te enseñare a ver dentro de ti mismo, escucharas el sonido de las esferas, contemplaras la danza de los astros, sentirás el poder y la bondad del espíritu y de esta manera conocerás tu propia alma.
Una vez que el maestro hubo guiado a su discípulo por 3 días y 2 noches, impartiéndole su gran sabiduría, Jaiv entro en un viaje profundo, como la misma muerte, entonces, permaneció despierto, pero con los ojos cerrados, durante 4 dias y 4 noches, en los cuales Jaiv, descendió a su propio infierno, para luego ascender a su propio cielo, entendiendo, perdonando y aceptando su vida y su verdad. Al amanecer del día 5, Jaiv, observo un sol grandioso y brillante, tan de cerca que se aterro, creyendo que este con su fuego, lo calcinaría, entonces lleno de espanto, abrió los ojos.
Wiracocha sonrió al verle y le hablo, de esta manera: Jaiv, lo que acabas de ver, no es otra cosa, que tu propio corazón, ahora lo sabes, ¡en tu pecho late un corazón de fuego!, así de grandiosa y brillante, es el alma impetuosa que en tu pecho reside, es por eso, que desde hoy tu nombre será, ¡ Nina Soncco ! y as de saber que tu destino es convertirte en el santo del Hanan Pacha.