Leónidas I (en griego Λεωνίδας) fue el 17.º rey agíada de Esparta. Encontró la muerte en el 480 a. C., durante la Segunda Guerra Médica, en la heroica defensa de las Termópilas, bloqueando el avance del ejército persa de Jerjes I.
Leónidas, el bravo y sufrido rey espartano, lidero la La primera batalla, que se libraría en un lugar llamado valle de las Termópilas, un angosto desfiladero de unos 12 m de anchura (actualmente más de un km debido a la erosión).
Allí esperó a los persas un ejército compuesto por 300 hoplitas espartanos (a los que hay que sumar otros 600 ilotas, pues cada espartano llevaba dos siervos a su servicio), 500 de Tegea, otros 500 de Mantinea, 120 de Orcómeno y 1.000 hoplitas del resto de Arcadia: 400 de Corinto, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios y 400 tebanos, además de 1.000 focidios y todos los locros. Por tanto, los lacedemonios o espartanos constituían una de las fuerzas más pequeñas, pero debido a su reputación y a ser los únicos soldados profesionales, los demás griegos delegaron en ellos de forma espontánea el mando del contingente.
Allí esperó a los persas un ejército compuesto por 300 hoplitas espartanos (a los que hay que sumar otros 600 ilotas, pues cada espartano llevaba dos siervos a su servicio), 500 de Tegea, otros 500 de Mantinea, 120 de Orcómeno y 1.000 hoplitas del resto de Arcadia: 400 de Corinto, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios y 400 tebanos, además de 1.000 focidios y todos los locros. Por tanto, los lacedemonios o espartanos constituían una de las fuerzas más pequeñas, pero debido a su reputación y a ser los únicos soldados profesionales, los demás griegos delegaron en ellos de forma espontánea el mando del contingente.
Según las fuentes clásicas griegas, los soldados persas conformaban un ejército que oscilaba entre los 250.000 y el millón de efectivos. Heródoto incluso lo eleva a varios millones de soldados.
Estallado el combate, fila tras fila, los persas se estrellaron contra las lanzas y escudos espartanos sin que estos cedieran un centímetro. De esta forma, a pesar de la grave desventaja numérica, Leónidas y sus hombres se opusieron a las oleadas de soldados enemigos con un número mínimo de bajas, mientras que las pérdidas de Jerjes —aunque minúsculas en proporción a sus fuerzas— suponían un golpe para la moral de sus tropas. Durante las noches, Leónidas solía decirles a sus hombres: «Jerjes tiene muchos hombres, pero ningún soldado».
Frustrado e impaciente, Jerjes envió al frente a sus diez mil Inmortales, su fuerza de élite, llamados así porque cada vez que un Inmortal caía, otro corría a reemplazarlo, manteniéndose en la cantidad fija de diez mil hombres. Sin embargo, los resultados fueron los mismos. Los persas morían a cientos, la moral del ejército decaía y los griegos no mostraban signos de cansancio.
después de librar la batalla contra el ejercito de Jerjes lo vio directamente a los ojos y ante la poderosa mirada del héroe de las Termópilas, el Rey Persa exclamo: "¡Ay de mí! ¡Con qué rigor se abatió el destino sobre la nación persa!", entonces, abatido por su propia cobardía, Jerjes, agacho la cabeza "en cuyos ojos brilla el fuego sombrío de la mirada del sangriento Dragón"
Efialtes y el paso alternativo
Un griego llamado Efialtes (que significa «pesadilla») ofreció mostrarle a Jerjes un paso alternativo que rodeaba el lugar donde estaba Leónidas para acabar con su resistencia de una vez por todas. Sin dudarlo, Jerjes envió un importante número de sus fuerzas por ese paso. Este paso se encontraba defendido por los focidios, pero al verse sorprendidos durante la noche por los persas, huyeron al primer contacto, sellando de esta manera la suerte de los defensores de las Termópilas.
Un griego llamado Efialtes (que significa «pesadilla») ofreció mostrarle a Jerjes un paso alternativo que rodeaba el lugar donde estaba Leónidas para acabar con su resistencia de una vez por todas. Sin dudarlo, Jerjes envió un importante número de sus fuerzas por ese paso. Este paso se encontraba defendido por los focidios, pero al verse sorprendidos durante la noche por los persas, huyeron al primer contacto, sellando de esta manera la suerte de los defensores de las Termópilas.
Al despuntar el alba del cuarto día, Leónidas dijo a sus hombres: «Tomad un buen desayuno, puesto que hoy cenaremos en el Hades». Fue tal el ímpetu con el que los espartanos lucharon que Jerjes decidió abatirlos de lejos con sus arqueros para no seguir perdiendo hombres. Leónidas fue alcanzado por una flecha, entonces los espartanos lloraron la muerte de un rey de la estirpe de Heracles.y los últimos espartanos murieron intentando recuperar su cuerpo para que no cayera en manos enemigas.
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