La Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh es una narración de la mesopotamia de origen sumerio, considerada como la narración escrita más antigua de la historia.
La leyenda sobre este rey cuenta que los ciudadanos de Uruk, viéndose oprimidos, pidieron ayuda a los dioses, quienes enviaron a un personaje llamado Enkidu para que luchara contra Gilgamesh y le venciera. Pero la lucha se hace muy igualada, sin que se destaque un vencedor y, a continuación, los dos luchadores se hacen amigos. Juntos deciden hacer un largo viaje en busca de aventuras, en el que aparecen toda clase de animales fantásticos y peligrosos.
En su ausencia, la diosa Inanna (conocida por los babilonios como Ishtar y más tarde como Astarté) había cuidado y protegido la ciudad. Astarté declara su amor al héroe Gilgamesh pero éste lo rechaza, provocando la ira de la diosa que en venganza envía el Toro de las tempestades para destruir a los dos personajes y a la ciudad entera.
Gilgamesh y Enkidu matan al toro, pero los dioses se enfurecen por este hecho y castigan a Enkidu con la muerte. Gilgamesh muy apenado por la muerte de su amigo recurre a un sabio llamado Utnapishtim (Ziusudra en sumerio que puede significar «el de los Días Remotos») el único humano junto con su esposa que por la gracia de los dioses son inmortales. Gilgamesh recurre a él para que le otorgue la vida eterna, pero Utnapishtim le dice que el otorgamiento de la inmortalidad a un humano es un evento único y que no volverá a repetirse como ocurrió con el Diluvio Universal.
Finalmente la esposa de Utnapishtim le pide a su esposo que como consuelo a su viaje le diga a Gilgamesh donde localizar la planta que devuelve la juventud (mas no la vida o juventud eterna), éste le dice que la planta está en lo más profundo del mar. Gilgamesh se decide a ir en su busca y efectivamente la encuentra, pero de regreso a Uruk decide tomar un baño, y al dejar la planta a un lado, una serpiente se la roba (basándose en que las serpientes cambian de piel, por ello vuelven a la juventud). El héroe llega a la ciudad de Uruk donde finalmente muere.
En su ausencia, la diosa Inanna (conocida por los babilonios como Ishtar y más tarde como Astarté) había cuidado y protegido la ciudad. Astarté declara su amor al héroe Gilgamesh pero éste lo rechaza, provocando la ira de la diosa que en venganza envía el Toro de las tempestades para destruir a los dos personajes y a la ciudad entera.
Gilgamesh y Enkidu matan al toro, pero los dioses se enfurecen por este hecho y castigan a Enkidu con la muerte. Gilgamesh muy apenado por la muerte de su amigo recurre a un sabio llamado Utnapishtim (Ziusudra en sumerio que puede significar «el de los Días Remotos») el único humano junto con su esposa que por la gracia de los dioses son inmortales. Gilgamesh recurre a él para que le otorgue la vida eterna, pero Utnapishtim le dice que el otorgamiento de la inmortalidad a un humano es un evento único y que no volverá a repetirse como ocurrió con el Diluvio Universal.
Finalmente la esposa de Utnapishtim le pide a su esposo que como consuelo a su viaje le diga a Gilgamesh donde localizar la planta que devuelve la juventud (mas no la vida o juventud eterna), éste le dice que la planta está en lo más profundo del mar. Gilgamesh se decide a ir en su busca y efectivamente la encuentra, pero de regreso a Uruk decide tomar un baño, y al dejar la planta a un lado, una serpiente se la roba (basándose en que las serpientes cambian de piel, por ello vuelven a la juventud). El héroe llega a la ciudad de Uruk donde finalmente muere.
Este mito, como todos los que pertenecen a las tradiciones de las sociedades humanas en general, tiene implícita una enseñanza que muestra la importancia de la mitología en la vida diaria de las personas, y en la configuración de la sociedad misma. Así, la figura del héroe representa la figura de un personaje que ha emprendido un camino, y a través de su recorrido, va a aprender que el verdadero sentido de la vida no es alcanzar la inmortalidad, don exclusivo de los dioses, sino entender que no estamos solos en el mundo, que para crecer y superarnos a nosotros mismos debemos caminar junto a otros en los que nos podemos ver complementados, reflejados y contrariados.
Epopeya semítica antigua
La interesante épica semítica antigua tomó como modelo el enfrentamiento entre un héroe que simbolizaba la civilización y los valores urbanos, el rey en un tercio divino Gilgamesh, y otro héroe que representaba los valores naturales, campesinos y rurales, Enkidu. Ésta es la materia que configura la llamada Epopeya de Gilgamesh, en la que ambos héroes se hacen amigos contra los dioses que quieren enemistarlos; tras luchar contra el gigante Kumbawa (o Humbaba) y otras muchas aventuras muere Enkidu y, embargado por la pena, Gilgamesh consulta con el viejo Utanapishtim, que hizo el arca para escapar del diluvio, preguntándole cómo devolverlo a la vida; viaja al inframundo en busca de la hierba de la inmortalidad, pero en un momento de descuido una serpiente se la arrebata. El final del texto está muy deturpado, pero al parecer Gilgamesh, que sólo en un tercio es divino y en dos tercios es humano, se suicida. Esta epopeya, una de las más importantes que jamás se han escrito, demuestra cómo el hombre puede transformarse en un superhombre, casi en un ser divino, pero no en un dios. Elementos de la Epopeya de Gilgamesh siguen vivos en el Génesis, libro del Antiguo Testamento (Adán es en realidad una degeneración del personaje de Enkidu; la serpiente del paraíso terrenal es la que roba la hierba de la inmortalidad y le hace a Adán la promesa "y seréis como dioses", que es el deseo principal y frustrado de Gilgamesh, quien llega a ser como un dios, pero no un Dios). Algunos episodios del mismo están claramente inspirados en el poema y en otros episodios de otra literatura, la egipcia.
La interesante épica semítica antigua tomó como modelo el enfrentamiento entre un héroe que simbolizaba la civilización y los valores urbanos, el rey en un tercio divino Gilgamesh, y otro héroe que representaba los valores naturales, campesinos y rurales, Enkidu. Ésta es la materia que configura la llamada Epopeya de Gilgamesh, en la que ambos héroes se hacen amigos contra los dioses que quieren enemistarlos; tras luchar contra el gigante Kumbawa (o Humbaba) y otras muchas aventuras muere Enkidu y, embargado por la pena, Gilgamesh consulta con el viejo Utanapishtim, que hizo el arca para escapar del diluvio, preguntándole cómo devolverlo a la vida; viaja al inframundo en busca de la hierba de la inmortalidad, pero en un momento de descuido una serpiente se la arrebata. El final del texto está muy deturpado, pero al parecer Gilgamesh, que sólo en un tercio es divino y en dos tercios es humano, se suicida. Esta epopeya, una de las más importantes que jamás se han escrito, demuestra cómo el hombre puede transformarse en un superhombre, casi en un ser divino, pero no en un dios. Elementos de la Epopeya de Gilgamesh siguen vivos en el Génesis, libro del Antiguo Testamento (Adán es en realidad una degeneración del personaje de Enkidu; la serpiente del paraíso terrenal es la que roba la hierba de la inmortalidad y le hace a Adán la promesa "y seréis como dioses", que es el deseo principal y frustrado de Gilgamesh, quien llega a ser como un dios, pero no un Dios). Algunos episodios del mismo están claramente inspirados en el poema y en otros episodios de otra literatura, la egipcia.
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