jueves, 30 de julio de 2009

Hijos de la Tierra

la tierra es insultada y ofrece sus flores como respuesta

jueves, 2 de julio de 2009

León Tolstoy

Matar a un ser viviente, es como matarse a si mismo.
Sentir compasión por cualquier ser viviente, es como sentirla por uno mismo.
Conociendo este principio de igualdad, trata siempre a los demás como tu mismo quisieras ser tratado.
Tolstoy nace en 1828 - Yásnaya Poliana - Rusia
Entre 1860 y 1880 escribe sus 2 novelas más famosas Guerra y Paz y Anna Karénina. Pero es en su libro El reino de Dios está en vosotros, donde encontramos una profunda reflexión sobre la No Violencia.

Tras sufrir una fuerte crisis existencial, se acerca al Cristianismo tratando de captar su significado autentico y original, ya perdido en el Cristianismo oficial.

Para Tolstoy la Iglesia a olvidado 2 principios del Evangelio simples pero fundamentales. - Amar a todos los seres Humanos y No oponerse al mal con la Violencia. Por eso el Cristianismo se encuentra entre nosotros pero no ha penetrado en el Corazón ni en la vida de los Hombres.

Pues Cristo enseñaba su doctrina, que consiste no solamente en el hecho de que es necesario No oponerse al mal con la Violencia, si no, en un nuevo concepto de la vida, cuya aplicación en la vida social daría como resultado el hacer desaparecer la lucha entre los Hombres. No a través de la sumisión de una parte de ellos a las autoridades, si no, prohibiendo que los hombres sobre todo a aquellos que están en el poder utilicen la fuerza contra nadie y en ninguna situación.

Pero este mensaje fue realmente aceptado por muy pocos. Y aun cuando los estados adoptaron el Cristianismo, lo hicieron aceptando la Exterioridad de la Doctrina de forma utilitaria.

La contradicción entre la conciencia y la vida, y por lo tanto el desdoblamiento de nuestra existencia han llegado a un limite extremo.

Por una parte se habla de humanidad, de comprensión, de justicia, y por el otro lado se apoya silenciosa o manifiestamente a una sociedad fundada en la violencia.
Quienes ostentan el poder, utilizan siempre la violencia cuando este se ve amenazado. De este modo la guerra se justifica como la necesidad de impedir que los malvados accedan al poder. Cuando en realidad ellos son los violentos, que no hacen otra cosa que proteger su situación aparentemente ventajosa; y manipularan a la opinión pública para convencer a la población de que es necesario utilizar la violencia contra una mala intención que pone en peligro a todos.

Si no estuviésemos enceguecidos por la hipocresía, nos serian claras las cosas más simples de la vida.

Comparte lo que tienes con otros

No acumules riquezas

No seas Soberbio

No Robes

No hagas sufrir

No Mates

No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti

Todo esto a sido dicho, no 18 siglos atrás, si no 5 mil años atrás. Y no existirían dudas sobre la veracidad de esta ley, si la hipocresía no existiese.

¡El único sentido de la vida es servir a la humanidad; participando en el establecimiento del reino de Dios!, cosa que no se puede hacer si todos y cada uno de los hombres no reconoce y no profesa la verdad.
El reino de Dios no vendrá en un modo evidente y no se podrá decir esta aquí o esta allí, por el simple echo de que el reino de Dios esta en Nosotros.

miércoles, 1 de julio de 2009

Gilgamesh

La Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh es una narración de la mesopotamia de origen sumerio, considerada como la narración escrita más antigua de la historia.

La leyenda sobre este rey cuenta que los ciudadanos de Uruk, viéndose oprimidos, pidieron ayuda a los dioses, quienes enviaron a un personaje llamado Enkidu para que luchara contra Gilgamesh y le venciera. Pero la lucha se hace muy igualada, sin que se destaque un vencedor y, a continuación, los dos luchadores se hacen amigos. Juntos deciden hacer un largo viaje en busca de aventuras, en el que aparecen toda clase de animales fantásticos y peligrosos.
En su ausencia, la diosa Inanna (conocida por los babilonios como Ishtar y más tarde como Astarté) había cuidado y protegido la ciudad. Astarté declara su amor al héroe Gilgamesh pero éste lo rechaza, provocando la ira de la diosa que en venganza envía el Toro de las tempestades para destruir a los dos personajes y a la ciudad entera.
Gilgamesh y Enkidu matan al toro, pero los dioses se enfurecen por este hecho y castigan a Enkidu con la muerte. Gilgamesh muy apenado por la muerte de su amigo recurre a un sabio llamado Utnapishtim (Ziusudra en sumerio que puede significar «el de los Días Remotos») el único humano junto con su esposa que por la gracia de los dioses son inmortales. Gilgamesh recurre a él para que le otorgue la vida eterna, pero Utnapishtim le dice que el otorgamiento de la inmortalidad a un humano es un evento único y que no volverá a repetirse como ocurrió con el Diluvio Universal.
Finalmente la esposa de Utnapishtim le pide a su esposo que como consuelo a su viaje le diga a Gilgamesh donde localizar la planta que devuelve la juventud (mas no la vida o juventud eterna), éste le dice que la planta está en lo más profundo del mar. Gilgamesh se decide a ir en su busca y efectivamente la encuentra, pero de regreso a Uruk decide tomar un baño, y al dejar la planta a un lado, una serpiente se la roba (basándose en que las serpientes cambian de piel, por ello vuelven a la juventud). El héroe llega a la ciudad de Uruk donde finalmente muere.
Este mito, como todos los que pertenecen a las tradiciones de las sociedades humanas en general, tiene implícita una enseñanza que muestra la importancia de la mitología en la vida diaria de las personas, y en la configuración de la sociedad misma. Así, la figura del héroe representa la figura de un personaje que ha emprendido un camino, y a través de su recorrido, va a aprender que el verdadero sentido de la vida no es alcanzar la inmortalidad, don exclusivo de los dioses, sino entender que no estamos solos en el mundo, que para crecer y superarnos a nosotros mismos debemos caminar junto a otros en los que nos podemos ver complementados, reflejados y contrariados.
Epopeya semítica antigua
La interesante épica semítica antigua tomó como modelo el enfrentamiento entre un héroe que simbolizaba la civilización y los valores urbanos, el rey en un tercio divino Gilgamesh, y otro héroe que representaba los valores naturales, campesinos y rurales, Enkidu. Ésta es la materia que configura la llamada Epopeya de Gilgamesh, en la que ambos héroes se hacen amigos contra los dioses que quieren enemistarlos; tras luchar contra el gigante Kumbawa (o Humbaba) y otras muchas aventuras muere Enkidu y, embargado por la pena, Gilgamesh consulta con el viejo Utanapishtim, que hizo el arca para escapar del diluvio, preguntándole cómo devolverlo a la vida; viaja al inframundo en busca de la hierba de la inmortalidad, pero en un momento de descuido una serpiente se la arrebata. El final del texto está muy deturpado, pero al parecer Gilgamesh, que sólo en un tercio es divino y en dos tercios es humano, se suicida. Esta epopeya, una de las más importantes que jamás se han escrito, demuestra cómo el hombre puede transformarse en un superhombre, casi en un ser divino, pero no en un dios. Elementos de la Epopeya de Gilgamesh siguen vivos en el Génesis, libro del Antiguo Testamento (Adán es en realidad una degeneración del personaje de Enkidu; la serpiente del paraíso terrenal es la que roba la hierba de la inmortalidad y le hace a Adán la promesa "y seréis como dioses", que es el deseo principal y frustrado de Gilgamesh, quien llega a ser como un dios, pero no un Dios). Algunos episodios del mismo están claramente inspirados en el poema y en otros episodios de otra literatura, la egipcia.